lunes, 12 de enero de 2009
DESTACADOS 2008
Sábado Show
Por qué son destacados 2008
GABRIEL CALDERÓN. En Obscena realizó una magnífica dirección de dramaturgia en la que trabajó con tres autores que crearon el espectáculo. El resultado: una de las mejores muestras de teatro joven nacional.
Panorama teatral 2008
Obscena
(dirección de Gabriel Calderón)
Eugenio Barba -fundador del Odin Teatre- pasó por Buenos Aires y dijo: "Cada generación tiene que aportar su carga. Es importante tener una tradición, pero al mismo tiempo, para mantenerla en vida, tenés que renovarla". Palabras casi aplicables a la propuesta de la IAM (Instituto de Actuación de Montevideo), que estrenó Obscena y rompieron varios esquemas, sobre todo el de la mirada del espectador. Gabriel Calderón se destacó por la dirección de dramaturgia, ya que fueron tres los textos creados para superponerse en una misma obra.
Sábado Show
Aires nuevos
¿Actuaciones acartonadas? Dentro de poco, esa ya no va a ser excusa. El año pasado, por ejemplo, se hablaba de Leandro Núñez, actor que algunos conocen como "el mayordomo" de Mi Muñequita. También se hablaba de Diego Arbelo, Jimena Pérez y Cecilia Sánchez. Los tres primeros ahora integran el elenco de la Comedia Nacional y, si bien sus primeros trabajos como tales (Detrás del olvido e Historias improbables) no se destacaron dentro de las propuestas teatrales de 2008, en ellos hay expectativas de cara al trabajo interno de la Comedia. Sabrán cumplir. Este año, el espacio se lo daremos a las nuevas generaciones tanto de la EMAD (Escuela de Actuación de Montevideo) como de la IAM (Instituto de Actuación de Montevideo). ¿Por qué? Porque en sus trabajos de fin de carrera mostraron tener todas las pilas cargadas para disfrutar y hacer las cosas bien.
En el caso de la IAM, Obscena fue una de las obras destacadas por SÁBADO SHOW y, si bien los representa Gabriel Calderón como director de dramaturgia, también están implicados los tres autores (Luciana Lagisquet, Santiago Sanguinetti y Alejandro Gayvoronsky) y los actores. Por otro lado, si los chicos de la IAM le sacaron jugo a Calderón, los de la EMAD estrenaron profesionalmente con "Coco" Rivero (aquí destacado por Arturo Ui) y dos obras de un monstruo contemporáneo, Peter Brook: Los Iks y El hombre qué, de las que hubo pocas funciones en un galpón de la Rural del Prado y en la Zavala Muniz.
MÁS DE ARIAS ARIAS
Vimos crímenes, lesiones graves, suicidios, aventuras metafísicas, amores, todo llegó a las tablas como salido del freezer. Acabamos de ver "Una relación pornográfica" de Blasband, cuya versión cinematográfica causó alarma por su crudeza y que hoy, en su versión local, no va más allá de una picantona charla de café. Hacemos realidad, pero en otro sentido, la frase de Heiner Müller: el teatro es un hombre que agoniza ante un público que también agoniza. Recordamos haber sentido alguna emoción en "Obscena" de Calderón, Gayvoronsky, Lagisquet y Sanguinetti, particularmente en la escena de la mujer que muere en un hospital, que compite con lo mejor de "Un acto de comunión", de Vilo. También tuvieron calor y color "Las apariencias engañan" de Bernhard, "Hedda Gabler" de Ibsen, "Lejana tierra mía" de Rovner, "El mundo de Másimo" de Zagía, "El matrimonio P." de Lidell y "El beso en el asfalto" de Nelson Rodrigues. Como hay más emoción, casi, en cualquier filme norteamericano convencional, pese a lo ajeno del idioma, a los sempiternos clichés y a las lejanas circunstancias, como por ejemplo en "Antes que el diablo sepa que estás muerto" (Sydney Lumet), no nos extrañó la opinión de gente sincera, nada inculta, que oímos después de ver "Jaula de amor": no van más al teatro. El cable y el DVD son mejores alternativas. En una edición anterior destacamos lo mejor del año; transcribiremos aquí esas líneas como conclusión. Las mejores obras de autor nacional fueron "El mundo de Másimo" de Christian Zagía y "Obscena" de Gabriel Calderón, Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky y Santiago Sanguinetti.
martes, 30 de septiembre de 2008
Crítica de Humprey Inzillo en Rolling Stones
Aguafuertes Montevideanas
Publicado: 30.09.2008 | 15:34 en Debates
Fin de semana cultural en la Banda Oriental: Obscena, la nueva obra de Gabriel Calderón.
http://www.rollingstone.com.ar/weblogs/apuntes-domesticos/nota.asp?nota_id=1054931
Es sábado de noche y sobre la mítica calle Isla de Flores, en el Palermo montevideano, una tropilla de bohemios e intelectuales agota, una vez más, las entradas para Obscena, la nueva obra del joven y prestigioso director y autor Gabriel Calderón. La escena transcurre en un viejo galpón devenido a sala (de formación) teatral, frente a una serie de viviendas cooperativas en construcción. El humo del parrillero, con brasas especiadas por la música de Bob Marley, se cruza con el sonido de la cuerda de tambores, que desde hace más de un siglo aparece, como todos los sábados a esa hora, por esa calle.
El público ingresa a la sala oscura en grupos pequeños, guiados por jóvenes con linternas y mantas (que sirven para combatir el frío, o bien para darle visos de confort a la tribuna de madera). Las linternas hacen también las veces de ?seguidores? para los actores que, ya en escena, esbozan caras y bocetan situaciones de lo que vendrá.
Pero antes, se encienden las luces y el autor, junto a todo el elenco, advierte la disposición del espectáculo: no habrá aplausos. Bajo ninguna circunstancia. El saludo final es al principio, un gracioso intenta una ovación pero el cálido y respetuoso silencio general lo acalla, lo aplasta.
Obscena se propone narrar simultáneamente tres historias. Una violenta, sucedida en 1978. Una escatológica, que transcurre en 1988. Y una pornográfica, situada en 1998. Todo será mostrado. Todo junto. Y al mismo tiempo. Como en la experiencia de Marta Minujín en los 60: simultaneidad en simultaneidad. Son tres historias que se pueden entender independientes, o tal vez como la misma historia, una tragedia, que luego se repite entre excrementos, erecciones, eyaculaciones, exhibiciones... Detrás de esta hora, donde "Todo será mostrado", bajo el paso de los tambores callejeros que contaminan la música ad hoc de Silvia Meyer, hay cinco meses de ensayos diarios (previos), hay más de quince actores en escena que encastran en el engranaje de la simultaneidad con precisión geométrica y hay un auspicioso y acaso provocativo modo de narrar una historia (o unas historias) tensas, filosas, impactantes. Cuando todo ha pasado, cuando la frase final de Pasolini da por concluido el espectáculo, los actores conversan con el público en la tribuna. Ya no hay tambores en las calles, y sólo sobreviven, en la moquette, vómitos, sangre, semen. Restos escenográficos de una obra intensa, donde todo ha sido mostrado.
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Autor: Humprey Inzillo
viernes, 26 de septiembre de 2008
¿TODO SERÁ MOSTRADO?[i][ii]
Los autores: Alejandro Gayvoronsky, Luciana Lagisquet, Gabriel Calderón, Santiago Sanguinetti.
El adjetivo que da título a la obra seguramente operará como atracción o repulsión para unos u otros. La obra que da contenido a este título es una reflexión inteligente y profunda sobre el fenómeno de la obscenidad, la escatología, la pornografía que no desdeña en absoluto el pensamiento de Corinne Maier, Baudrillard, Passolini, entre otros presentes en esta investigación que se convierte en una apasionante aventura teatral.
La premisa es no creer enteramente en lo que se anuncia. Habla de “tres historias”, la violenta, acontecida en 1978, la escatológica, de 1988, la pornográfica de 1998, contadas simultáneamente en 2008. Esto no es así. En realidad todas son versiones de la misma historia, la que parte del diario de una empleada doméstica, que trabaja en la casa de Richard, un militar torturador y su esposa paralítica, Ana. María Auxiliadora, la empleada, convierte sus observaciones en libro y ese libro atraviesa la pieza en diferentes versiones. Estas son la historia misma luego recogida en el libro, una obra de teatro de vanguardia, hecha por un elenco femenino que aligera la historia quitándole sus componentes brutales, y una película pornográfica de bajo presupuesto que la convierte en una trivialidad absoluta. En fin “la banalización del mal” de la que habla Hannah Arendt.
Tampoco es verdad que “todo será mostrado”. Por una interesante utilización de la iluminación, hay cosas esenciales que no lo serán.
El espectador es sometido, según la preceptiva teatral de Passolini, a ciertas normas que, por un lado aluden a su libertad de protestar, abuchear o marcharse, y por otra a la de no aplaudir, bajo ningún concepto. El efecto represivo de la trasgresión de este efecto convivial de algún modo sintoniza con el efecto también represor al que obliga la casi simultaneidad de las acciones de las versiones de la historia. Se podría cuestionar esta afirmación diciendo que el derecho de elegir qué mirar o que no, que escuchar o qué no es liberador. Pero excluye. O quizás elegimos excluir porque no es lo mismo ver un seno en cualquier edición de un show televisivo de cuarta que verlo en realidad, sobre la escena, con el cuerpo expuesto de una joven actriz o de un joven actor. Es la “peligrosidad” mítica del teatro, la de presentar sin mediaciones.
Pero nada es definitivo en esta puesta. También hay mediaciones cuando una cámara, manejada por un actor lleva a la pantalla no sólo la película que se supone que filma sino lo que sucede en las otras versiones e incluso su cara, señor espectador, que aparece por momentos boquiabierta en el panel de proyección.
Los aspectos estructurales son muy finos. Escribir bien no es solo un asunto de buenas intenciones. Aquí se colocan tres marcos, tres bordes, tres “escenas
Por supuesto, finalmente es Calderón, la obra contiene referencias intertextuales que van desde El extraño mundo de Jack, la película dirigida por Henry Selick, (La canción de Ana no es más que una reproducción de la canción de Sally), Imperio, de David Lynch, y las voces que, abordan el micrófono para acercarnos pensamientos de los teóricos que subyacen la puesta. Una de las preguntas clave que quedan flotando en el aire – a falta de aplausos prohibidos – es ¿Cómo violas cuando violas tu pudor?
A Obscena hay que concurrir más de una vez para disfrutar todo. Pero hay que hacerse preguntas previas. Algunas podrían ser: ¿Por qué tantas cosas se duplican o triplican? (las historias, las versiones de Ana, los militares Richard, Ricardo, (¿Dick?), Susy; las mellizas, las directoras o creadoras de las ficciones de segundo grado, los bordes, los vómitos, los penes, y así sucesivamente). Otra buena cuestión sería ¿qué función cumplen las preguntas que se le hacen al público en lugar del aplauso? Quizás no sería menor preguntarse por el papel de las linternas en el antes y el después de la pieza. El tema es tan polémico que en el escenario hay dos bibliotecas que representan, justamente, las “dos bibliotecas” que se propalan sobre el tema de la obscenidad. Pero acá hay una teatralidad sin vueltas, sin lugar para las señoras que describe Passolini en su Manifiesto teatral, sin truculencias y con un compromiso actoral de tal monto que, lejos de parecer lo que fue, en principio, la prueba de egreso del Instituto de Actuación de Montevideo, encontramos más valor y solidez que en muchos de los espectáculos profesionales de la cartelera. Aprovechemos para observar a algunos rostros que no tardarán en ser conocidos, porque Calderón siempre proyecta gente talentosa a la arena pública: Victoria Pereyra como María Auxiliadora, Verónica Dobrich, como Ana, Estefanía Machado, como la actriz porno, Victoria Novick como Susy, Bruno Pereyra como Richard, Clara Mello, en el difícil papel de Reinaldita, Carolina Nasser como Élida, y quizás no continuemos porque todos merecen un destaque especial en un desempeño que sólo yerra, por momentos, en lo vocal.
Mucha gente joven agota cada fin de semana de Obscena. Es justo.
La risa se mezcla con el dolor y la tensión: Es justo.
La visión sobre la violencia social escapa a todo estereotipo y asume un lenguaje propio de la edad de los creadores que no tienen ni 30 años. Es loable.
Nuestra nota no tiene posibilidades físicas de hacerle justicia.
Podemos darle un consejo: visite el blog www.gabrielcalderon1.blogspot.com
Podemos darle otro: reserve con tiempo que, por suerte, en tiempos ambiguos. Obscena agota.
María Esther Burgueño/ Gabriela Braselli
[i] Obscena: Autor: Gabriel Calderón, Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky, Santiago Sanguinetti. Dirección: Gabriel Calderón. Elenco: Bruno Pereyra, Carolina Naser, Clara Melo, Estefanía Machado, Federico Bertrand, Ileana Silva, Lucía Santos, Lucía Tabárez , Victoria Pereyra, Verónica Dobrich, Jonathan Kurlender, Sofía Dabarca y elenco. Espacio Palermo. Sábados y Domingos a las 22 hs.
[ii] Este trabajo es parte del estudio realizado en
lunes, 22 de septiembre de 2008
Entrevista con los directores de Obscena, Por Ana Laura Barrios
jueves, 18 de septiembre de 2008
De Lucía Katz a Javier Alfonso
Hola Javi, cómo andás?,
el impacto inicial, y después de ver el material que te da la idea de
todo el trabajo, la lectura y el tiempo que antecede a la puesta en
escena; ahora sí puedo pensar un poco.
Fue raro desde el inicio, porque el mismo director y escritores te
acompañan hasta las gradas, te muestran el camino en lo oscuro, te dan
una linterna, la manta, "esto se siente cálido" sentía yo, y me sentía
como en los campamentos del club de chica, cuando los líderes iban a
proponer un juego o una dinámica, la expectativa, la reticencia a
aceptar formar parte de algo que una no sabe que es.. pero igual me
arriesgo, "che, esto está bueno, se siente diferente, no?, estará
bueno?" yo pensaba... y la obra ni siquiera había empezado... o si?...
Luego Calderón se para frente a los espectadores, y realiza una
especie de discurso, lo que podría pensarse como una introducción o un
prólogo, pero de introducción y prólogo no tiene nada... parecía un
comandante en jefe al frente de su tropa, dando la cara, y respaldando
a su ejército: "la guerra va a empezar y yo me hago cargo, en este
galpón no hay lugar para los débiles, quien quiera retirarse puede
hacerlo", y yo pensaba "la mierda, ¿ya empezó la obra?, la mierda, y si
no empezó por qué tanta advertencia ¿a qué me están invitando a formar
parte?". A continuación este tipo pide que no aplaudan, "nene!!!, qué
decís?, yo aplaudo si yo quiero, ta?" pensaba yo...,lo obsceno ya había
entrado en escena, me cambiaron las reglas del juego, me estaba
resistiendo a la primera violación de la que estaba siendo objeto "a mí
nadie me dice lo que tengo que hacer, ta?"..., pero una acepta la
propuesta y dice "bueno, no puede ser para tanto"... lo único
predecible que es el aplauso del público lo quitaron del propio teatro,
lo ponen por fuera de la escena, ahora lo Obsceno es el aplaudir.
La obra habría que verla como cinco veces para poder captarlo todo,
las historias simultáneas hacen que pierdas el hilo, y ni te cuento los
vómitos de sangre, la mierda, las pajas, las mamadas, la rusa, la
violación, los golpes (me animo a decir que más de una cachetada fue de
verdad, o les salió muy bien); "el pene ¿es de verdad?" me preguntaba
yo sintiendo vergüenza de que mi única preocupación en ese momento, a
pesar de haber más de diez actores en escena, era si el actor se animó
a pelar en serio, y con esa sensación de "no quiero ver" pero sólo
atener a ponerme las manos en las orejas (la excitación sexual, el
asco, el miedo a que alguien que querés se muera)... y ahora en acto
una, vivencia (en público) cómo lo prohibido te captura, lo que se
supone privado te captura, el placer corporal, el asco, el dolor, los
olores (viste cuando al personaje que se le muere la hermana hace una
descripción de los olores), está todo apoyado en lo perceptual, en los
sentidos, pero saturado... y acá algo de psicoanálisis: te acordás
cuando me dijiste que en teatro uno hace un ejercicio distinto porque
por ejemplo en un escenario en donde hay una mesa y una silla todo lo
demás lo tiene que poner uno, ese "relleno" que hace uno es lo
Imaginario, es pura proyección... alguna vez te pasó de ver en directo
o en una foto a alguien a quien sólo le conocías la voz ya sea en
música o en la radio, y sentir una decepción tremenda y pensar "pero
este no es, no puede ser", esa decepción es la distancia que existe
entre la imagen que uno proyectó de esa persona y lo que la persona en
realidad es, lo Imaginario tiene la cualidad de totalizar, lo
imaginario puede ser visual, sonoro, un olor, lo imaginario puede tomar
la parte por el todo, satura, uno asume por el timbre de voz de
alguien que ese alguien es morocho, gordo y con bigote.
Lo Imaginario se anuda con lo Simbólico que implica a la función de la
palabra, al ser hablado por la palabra, es el lugar donde se puede
ubicar la diferencia, la oposición, la palabra permite poner distancia,
es reversible, y es desde donde no se totaliza, se va al rasgo, a la
parte.
Finalmente está lo Real, por definición, lo que no cesa de no
inscribirse, lo irrepresentable psíquicamente, llevado a un extremo: la
muerte, se supone que no existe representación psíquica de la muerte,
pues si se está vivo es porque nunca se murió, no hay forma de
inscribirlo psíquicamente (hay una frase de Paul McCartney que leí al
principio de una Mafalda que siempre me llamó la atención: "Juro que no
morí" me descoloca esa frase, es una tautología, decir lo opuesto es un
imposible).
Por qué todo este popurrí lacaniano?, creo que la ausencia de palabra
(simbólico) que acote, que ponga tope a la saturación perceptiva hace
al impacto y a la violencia que se siente al final de la obra, es que
una se queda sin palabras, no hay nada que tramite lo que se mostró, y
lo que se mostró que se supone obsceno viene dado desde afuera, supera
a la propia imaginación, porque se muestra lo que uno a veces ni
siquiera se atreve a imaginar, a proyectar...lo que supuestamente debía
quedar por fuera (lo Real) por su carácter "traumático" lo traen a
escena sin anestesia... si bien al final los actores se acercan en la
oscuridad con una linterna a preguntarte si querés hacer alguna
pregunta o comentario no hay tiempo real aún que te permita poner
palabras, es parecido a una nota de Crónica TV en donde el periodista
le pregunta a una mujer que acaba de ser atropellada por un tren "y
usted cómo se siente?"...
Pero cómo cuernos se hace para que todo esto no sea una exposición
gratuita?, al estilo de Hostel, en donde te exponen a tolerar lo
intolerable, porque esto para mí suena a otra cosa, el terrorismo de
Estado, la caca, la muerte, el sexo, la menstruación, a puerta cerrada
al menos, lo conocemos todos, lo curioso (y habría que estudiarlo un
poco) es por qué son estas las cosas que culturalmente elegimos dejar
por fuera y no otras.
Lo otro que me tiene mareada también es esto de una obra de teatro en
donde (como las historias se despliegan simultáneamente) una tiene que
elegir que ver y que no ver (es decir generar internamente las propias
obscenidades), y a su vez ( en las segunda y tercera) están
representando la primer historia, están eligiendo qué y cómo van a
mostrar el libro rojo, es como esas matriushkas rusas (se escribe así?
mi ruso no es muy bueno), se repite una cosa dentro de la otra
infinitamente, como la lata del polvo de hornear Royal o del pulidor
Bao. Una historia que se mete dentro de otra historia, y una desde las
gradas viendo como representan varias representaciones, se hace
infinito, pero hacia adentro.
Como paralelismo psicológico: uno cuando habla no habla, cuando hace
silencio no calla, sino que es hablado por el lenguaje y por lo
silenciado, uno siempre dice mucho más de lo que cree estar diciendo, y
las generaciones anteriores (padres, abuelos, bisabuelos) también son
habladas a través de lo que uno dice y no dice, la cuestión está en el
cómo, y creo que eso es lo que trae la obra.
El hecho de que las tres historias pasen con diez años de diferencia
hacen de las circunstancias lo paradigmático de cada década, y la
dictadura en lo setenta, mujeres en lo noventa, y porno a fines de los
noventa (no me acuerdo bien de los años), lo que en cada período debe
quedar puertas adentro es distinto, en psicoanálisis se diría lo No
Dicho, o Lo Negativo, lo que se hace presente pero con un signo de
menos (-), algo que está, que afecta, pero se hace como si no.
Las diferencias entre las tres historias:
Haciendo un paralelismo musical una vez escuché a alguien en la radio
decir que los noventa comenzaron con Nirvana cantando Smells like a
teen spirit y terminaron con Ricky Martin cantando Livin?la vida Loca;
y si uno piensa en la década del 70 Led Zeppelin, Santana o Lazaroff
(igual se tuvieron que morfar toda la música disco, no sé que tanto
llagó a Uruguay igual). ¡Ay, todo tiempo pasado fue mejor!
(envejecí treinta años con ese comentario).
Haciendo un paralelismo con literatura una vez en el History Channel
vi un documental (que le faltaba un poco de afinación pero que no era
tan facho) en donde contaban las circunstancias en que Cervantes se le
había ocurrido escribir El Quijote, parece que en ese momento abundaban
en la literatura cuentos pedorros de caballeros heroicos y su
preocupación era como estos cuentos estupidizaban a la gente, entonces
crea a este personaje que quedó tarado por leer tantos cuentos
estúpidos como crítica y advertencia acerca de la literatura de su
época. Ahora siglos después la preocupación continúa...reality shows,
Bailando por un caño o Rial hablando con toda seriedad ( como si se
tratara de encontrar la cura contra el Cáncer) acerca de las peleas de
qué se yo con qué se quién (me sé algunos nombres pero no los voy a
decir, me resulta obsceno mencionarlos).
Lo diferente está en el tratamiento que le dan en cada historia al
libro rojo, lo que en la primera historia podría ser un libro que
denuncia un crimen, violencia familiar, el terrorismo de Estado (qué se
yo?), en la segunda historia se destierra al libro de las
circunstancias y se habla de una violación, sexo genital y sometedor, y
se mezclan la representación a través de la obra teatral que ensayan y
lo no representado a través de la hermana que está muriendo, ella sí
toma el libro en toda su dimensión, pero esto no entra dentro del
ensayo sino que irrumpe cuando la hermana no puede seguir ensayando. En
la tercer historia literalmente se van al carajo con el libro rojo, un
milico que viene de la guerra a salvar un gatito?, todo en función de
mostrar una escena porno, el argumento no importa (te acordás de cuando
hablamos de las películas porno de la adolescencia que decíamos esto
mismo), hay que mostrarle sexo a la cámara, el lugar del libro se va
trivializando, llega un momento en que no importa.
Las semejanzas de las tres historias:
El discurso acerca del dominante y el dominado, quién tiene el poder?
Mujeres que no pueden hacer nada, salvo observar; hombres que pueden
hacerlo todo.
Las mujeres en la primera historia son una parapléjica, que se queda
en casa, que está imposibilitada de moverse, una empleada doméstica que
limpia, que observa, está solo como testigo escribiendo un libro.
Quienes ostentan el poder son los hombres, milicos, someten, matan,
golpean, violan. Acá lo real está más presente, la muerte se da por
asesinato,(sobre el final los milicos esconden un cuerpo bajo la
escalera), la inamovilidad de la mujer es real, está en una silla de
ruedas, y el hombre no es tan hombre porque quiere violarse al otro
milico en el baño. Se siente más crudo porque es un ámbito doméstico,
entre familia, y el poder viene dado desde las armas, desde el propio
Estado, quien domina tiene el poder total y quien es dominada esta
literalmente imposibilitada de moverse, no puede hacer nada. La vía de
escape en la historia es la mucama, la historia trasciende porque ella
observa y escribe un libro.
Mujeres uqe se las arreglan solas.
En la segunda historia son todas mujeres, incluso cuando hay que
asumir el lugar de un hombre en la obra que están ensayando lo hacen
las mujeres, da para pensar en todos los cuestionamientos que trae la
Teoría del Género, lo masculino y lo femenino como construcción social,
y como la cultura construye lo que es ser una mujer y un hombre en cada
cultura. Sobre todo en los noventa comienzan los cuestionamientos
acerca de qué es ser hombre y qué es ser mujer, (que nacer mujer u
hombre hoy no es lo mismo que antes, y desde que la mujer sale al
mercado laboral y puede ser proveedora el lugar del hombre en la
cultura queda cuestionado, y se genera esta ilusión de mujer
autosuficiente que no necesita del hombre, puede ganar su propio
dinero, puede tener hijos con inseminación artificial, puede tener sexo
con un consolador, bla, bla, bla). Sin embargo lo masculino y lo
femenino se hacen presente, la actriz toma el pene de plástico por la
fuerza, lo quiere para ella, y grita algo así como que "el hombre hace
lo que quiere porque tiene el poder" y viola a su víctima. Se mantiene
el discurso de que alguien tiene que dominar (quien tiene el pene) y
alguien tiene que ser dominado.
Acá los juegos dominador-dominado están mediatizados porque lo que
ellas hacen es representarlo en una obra de teatro, lo que irrumpe como
real es la muerte de la hermana, que detiene todo, el ensayo no puede
continuar, la pérdida irreversible se hace presente y ella no puede
seguir con la representación.
Hombres que son dominados por mujeres.
En la tercera historia el hombre está impotente, no puede tener una
erección, no puede ejercer su lugar masculino, quien logra hacer que
tenga la erección es la gran estrella porno, la mujer es quien ostenta
el poder es ella quien seduce y domina la situación. Pero está todo al
servicio de ser filmado, lo hacen para la cámara, "con amor" reclama la
directora, es como si reclamara lo imposible, hacer entrar al amor en
la película, y por algo el tipo no tiene una erección al principio.
Si no se filma no existe, y lo que irrumpe es que la cámara no filmó,
la escena deja de ser tal porque no quedó grabada. La muerte viene por
la ausencia del registro mediático, sino está en la tele no existe.
Tres historias contadas en el 2008, lo estético, la forma en que está
presentada, el manejo de los tiempos hacen difícil recomendar esto a
alguien que no fue criado en tiempos de la televisión. De todas formas
por fin le encontré sentido a todo ese tiempo que pasé frente a la tele
a pesar de las objeciones de mis padres, hay que ver el vaso medio
lleno, por lo menos no me pasó como a un(a) espectador(a), no sé quién,
que le agarró un ataque de tos en medio de la obra y la tuvieron que
retirar de las gradas, incluso después de uqe la llevaron para atrás
seguía tosiendo, estaba atragantada, hay cosas que hay que expulsar
hacia afuera, se ve que no se tragó la obra...
Ya me cansé, espero no haberte aburrido... por lo menos escribir esto
me acortó la tarde del domingo...,
Un beso.
Lucia.
lunes, 15 de septiembre de 2008
Ana Laura de Entretablas.blogspot.com
Obscena: “Lo que ya no produce ilusión es muerte”*
“Para que una cosa tenga un sentido, hace falta una escena, y para que exista una escena, hace falta una ilusión, un mínimo de ilusión, de movimiento imaginario, de desafío a lo real, que nos arrastre, que nos seduzca, que nos rebele”[1]
¿Cuál es el límite de la representación teatral?¿Cuánto es necesario presentar y cuánto hay que representar dentro de las reglas de la verdad escénica? Este cuestionamiento marca la puesta en escena de Obscena y es la pregunta que los dramaturgos Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky y Santiago Sanguinetti, bajo la dirección general de Gabriel Calderón, trataron de responderse a través del texto y su escenificación. La obra, que significa para estos tres jóvenes artistas el trabajo de egreso del Instituto de actuación de Montevideo, traslada concientemente varios planteos -más que respuestas- de la escena al espectador. Cuestiones que aparecen durante y posteriormente a una puesta que (más allá de entenderse como transgresora por su temática) se convierte en disparadora de reflexiones acerca del teatro mismo como herramienta expresiva. Así, el proceso creativo se transforma en una búsqueda que define la postura de una nueva generación de artistas teatrales.
Lo obsceno es un término que atraviesa diferentes acepciones: es todo aquello que ofende al pudor, como etimológicamente lo que no puede mostrarse en escena. Según Corinne Maier es un concepto inestable ya que cada cual aprecia la obscenidad según su subjetividad. El texto de Obscena cruza simultáneamente tres historias que abordan las vetas de lo obsceno en sus dimensiones de violencia, escatología y pornografía, dimensiones que se trasvasan unas a otras. Uno de los autores integrados por los dramaturgos en su investigación, Jean Baudrillard, define lo obsceno como lo más verdadero que lo verdadero, lo más visible que lo visible. El autor entiende que lo obsceno posee un porvenir ilimitado y, en ese proceso creciente y absoluto, el propio concepto choca con una herramienta (el teatro) que plantea sus límites precisos. Entonces, ante esta contradicción ¿cómo representar lo obsceno?
Al inicio de la puesta emergen las tensiones de una lógica de contradicciones necesaria para llevar adelante el juego escénico. En el abordaje de lo exacerbado se presentan paradójicamente reglas, límites al espectador a quien se pide que no aplauda ni al final, ni al comienzo de la obra: una violación, una imposición que fuerza al otro a hacer algo que no quiere. Dicha regla es un guiño a otro autor inspirador del texto, Pier Paolo Pasolini, quien en su Manifiesto 32 puntos para un nuevo teatro ruega no aplaudir y pide a cambio un diálogo sobre los problemas debatidos en el texto, diálogo que se hace efectivo al final de la puesta de Obscena, según sus reglas. Después de todo la escena es un juego, y estas reglas lo ordenan. ¿Las reglas de la realidad son diferentes a las reglas de la escena?
Lo cierto es que en la realidad lo obsceno lo invade todo. Lo real se ha vuelto hiperreal (más real que lo real). Según Román Gubern la obscenidad se hace presente, entre otras manifestaciones, en la imagen de lo cruel, en la espectacularización de
Bajo el anuncio “todo será mostrado” se inicia la representación, en la que los límites que conlleva decidirán hasta dónde llegará lo que se muestre.¿Qué será mostrado si lo obsceno es todo lo que no puede mostrarse en escena? Justamente caminando sobre ese límite la presencia de una cámara y una pantalla develan lo que ocurre fuera de la escena, descubren la simulación de situaciones obscenas. La cámara rompe con el fuera de escena teatral al ser los ojos del espectador en aquellos lugares vedados a los que no puede acceder y lo fuerza nuevamente a enfrentarse a una imagen. Así puede presenciarse una masturbación en el baño u observar a una chica que se retira un tampón que contiene su menstruación. La imagen de video proyectada en la pantalla, por su naturaleza, se convierte en algo fuertemente real que juega una pulseada con el sueño teatral. Sin embargo, todo sigue siendo un simulacro. Estamos ante una representación y no ante una presentación: “el arte no devela; es un velo. Al mismo tiempo escabulle y presenta algo más allá de lo que el espectador reclama ver: su maniobra consiste en dejar desear.”[3]
En una simulación más despiadada la misma cámara que registra la previa de una relación sexual en el marco de una película porno también filma la representación de la agonía de un ser humano en vivo y en directo, escupiendo sangre decididamente falsa. Se apela a lo grotesco y a la ironía, como en la escena de la felación o del zamarreo del militar hacia su empleada. Esa ironía, y ese estilo grotesco cumplen la doble función de oficiar como cuestionamiento de una realidad virtual de imágenes que exceden a la escena, y de permitir manejar el pudor de los propios actores, y el del espectador ante lo representado.
Se impone el simulacro: hiperrealidad versus la ilusión del teatro. “En realidad el porno sólo es el límite paradójico de lo sexual. Exacerbación realística, obsesión maníaca de lo real: eso es lo obsceno, etimológicamente y en todos los sentidos” [4] . Baudrillard asegura que cuando no hay más ilusión lo que muere es
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Crítica de Javier Alfonso en Búsqueda
Ese fuerte viento que sopla
Es casi un lugar común hablar de experimentación e innovación en un espectáculo dirigido por Gabriel Calderón. Pero por más que suene reiterativo, estas dos cualidades tienen cero falta en sus producciones. Desde las pretéritas "Taurus" y "Las buenas muertes" hasta la demencia de dirigir 40 actores en "Antes/después", su obra se traduce una continua búsqueda visual, textual, espacial y sobre todo conceptual. En el acierto o en el error, en el disfrute o el rechazo, ya sea superficial o profundo, es una constante en su obra la creatividad y la preocupación por entretener al espectador, siempre entendido como protagonista.
Durante los 70 minutos que dura Obscena, el público oficia de iluminador del espectáculo, sufre una breve inversión de roles donde pasa de observador a observado durante unos segundos, es objeto de un discurso del director, debe tomar la decisión de acceder o no al inusual pedido de no aplaudir al final de la función, y sobre el final es invitado a dialogar con los actores, cara a cara sobre lo que acaba de ver. Esta decisión refuerza el concepto cada vez más vigente entre los creadores teatrales de que es el espectador quien cierra el círculo creativo a través de la interpretación. Una risa inesperada puede provocar que el director enfatice el tono humorístico en ese pasaje o le quite esa carga jocosa para evitar la reacción no deseada. Así, una pieza nunca es igual en el estreno que cuando baja de cartel.
Obscena es el primer trabajo profesional de la última generación egresada del IAM, integrada por 16 actrices y actores en su mayoría menores de 25 años. Como es habitual, el instituto dirigido por Gabriela Iribarren, María Mendive y Marisa Bentancur le encargó la dirección del espectáculo a un realizador consagrado en el medio local. Antes fueron Jorge Denevi, María Dodera, Imilce Viñas; esta vez es Calderón, quien tal cual lo hizo Sergio Blanco en Córdoba (Argentina) el año pasado, propuso un proceso de vampirización teatral con tres dramaturgos emergentes locales: Santiago Sanguinetti, Florencia Lagisquet y Alejandro Gayvoronsky (autor de "Santa familia" y "Bu, nadie tiene miedo") escribieron un relato cada uno, a partir de la consigna de la obscenidad aplicada al teatro.
Calderón alude a "lo obsceno" como "lo que queda fuera de la escena", lo que hoy no se muestra. Entonces el desnudo naïf, moneda corriente en cualquier quiosco o programa televiso deja lugar a la violencia doméstica e ideológica, el hostigamiento clasista, el racismo, la discriminación racial y la frivolidad como fin en sí mismo.
Calderón relacionó las historias y moldeó una puesta en escena simultánea donde las tres historias transcurren en el mismo espacio pero en diferentes épocas. Una historia violenta sucedida en el año 1978 (escrita por Gayvoronsky), en el marco de la dictadura, se transforma en una obra de teatro (por Lagisquet) bastante escatológica que se intenta montar en 1988, y que termina siendo el guión de una película soft porno rodada en 1998 (por Sanguinetti). Una historia doméstica ocurrida durante dictadura inspira primero una puesta en escena pretenciosa que al fracasar termina en un patético guión cinematográfico de clase z. De esta manera, Obscena parece denunciar cierta frivolidad, trivialización de los discursos y pérdida de compromiso en el arte contemporáneo. El aplauso aquí se vuelve obsceno. No hay nada que aplaudir, y esa imposición se vuelve extremadamente violenta para el espectador, que reprime su mayor vía de expresión dentro de una sala. No está obligado, claro.
Un elenco numeroso es naturalmente desparejo. Pero quien vea Obscena podrá anotar tres o cuatro nombres, como Victoria Pereyra, Verónica Dobrich o Lucía Tabárez. Estas tres actrices se merecen un aplauso que viole la veda de palmas. El texto es pragmático, seco, contundente. No sobra nada. Su síntesis lo asemeja a un guión cinematográfico, mucho más cercano a Jarmusch que a Tarantino, lo cual en este caso es una virtud. La puesta regala escenas memorables, como la de la agonía de Dahiana y deja espacio para la comedia, como la del rodaje fallido por ausencia de vigor o la imposible representación teatral de un acto sexual.
Las tres historias se superponen en un mismo decorado, lo cual exige un constante desdoblamiento e imprime a la pieza una intensidad dramática inusitada y ritmo vertiginoso. El mobiliario y la utilería son comodines que pasan de un episodio al otro como si allí se hubiera abierto un umbral interdimensional de banda ancha. Además, una gran pantalla complementa la narración con videos grabados y transmitidos en vivo desde el propio escenario. Sin embargo, esta riqueza visual se satura en el desenlace a grito pelado, que resulta abrumador. El caos impide la cabal comprensión de los parlamentos y allí queda la escena como si hubiera sido azotada por un tornado.
Obscena es un tormenta que sacude el galpón de Palermo y resiente sus estructuras. Pero el teatro queda en pie.
Javier Alfonso
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Javier Alfonso
Semanario Búsqueda (Cultura)
lunes, 1 de septiembre de 2008
Una Mala
Javier (35) / Calificación: () Mala
Nota de La Cartelera: advertimos que el siguiente comentario contiene alguna revelación sobre la historia que podría molestar a futuros espectadores. (Ver comentario)
Yo leo comentarios como los de Martin, que felicita a sus propios compañeros y a su "profe" (supongo que Calderón), y puedo entenderlo. Me asusta, pero puedo entenderlo. Me asusta que no haya el menor pensamiento crítico ni aún entre compañeros. Pero leo comentarios como el de Luciano (21), que dice que la obra "pone de manifiesto, todo aquello que realmente es (OBSCENO), y simulamos no saber e ignoramos" (!!), o el de María (38), que dice que es "una obra que tiene detrás una investigación tan rigurosa" (!!!!!!!)... y la verdad que no entiendo. Bueno, allá gustos y opiniones, es un país libre... Y no me vengan con que me sentí ofendido porque vi una chupada de pene en plena escena (créanme, he visto cosas mucho más shockeantes en mi vida, se necesita mucho más para ofenderme). Simplemente me sentí agredido y abusado como espectador, desde el momento mismo en que Calderón presenta la obra prohibiendole al espectador aplaudir, o diciendole que si alguien tiene deseos de irse ellos lo acompañarán gustosos hacia la salida... Qué manera de menospreciar la inteligencia del espectador como si fuera un nene chico que pudiera asustarse ante el cuco del "teatro transgresor"... Por Dios. Un griterío histérico y sin sentido de unos pibes que están aprendiendo a ser actores -con todo respeto- no hace a una buena obra, y mucho menos a una obra removedora o transgresora. Por Dios, vamo arriba. Un dramaturgo (o, peor, cuatro, como en este caso) deberían tener bien claro primero de qué quieren que hablen sus obras. No me parece que este haya sido el caso.
¿De qué trata esta obra? ¿De la dictadura? ¿De la homosexualidad reprimida? ¿De relaciones familiares viciadas (una constante en la obra de Calderón)? ¿De la industria porno? ¿Del estado de la nueva dramaturgia nacional? Creo que habla un poco de todo eso y de nada al mismo tiempo. Es una suerte de catarsis colectiva sin sentido que tiene al espectador de rehén hasta último momento. Te dicen que si querés podes quedarte a intercambiar opiniones con los actores cuando en realidad uno, que no quiere compartir nada con ellos, no tiene la libertad de irse salvo pisando a quien estaba sentado adelante y tropezando en la oscuridad.
¿Y dice el director que ensayaron durante CINCO meses? ¿Por qué? ¿Para qué? Gracias por este espacio para descargar.
sábado, 30 de agosto de 2008
Crítica en Sábado Show
Caótico y fascinante
Recomendado | Bernadette Laitano
Aunque la cartelera montevideana sea profusa en estrenos teatrales, lamentablemente pocos son recomendables con real entusiasmo, casi hasta con ánimos de obligar a los lectores a no perderse la propuesta. No tanto por suerte sino por mérito de parte de sus creadores, Obscena es un título que no hay que dejar pasar de los estrenos de 2008.
Tres historias son presentadas al mismo tiempo, pero cada una sucede con diferencia de 10 años (ficcionalmente hablando). La primera, violenta, se desarrolla en 1978. Luego sigue la escatológica (1988) y a continuación la pornográfica (1998). Las dos últimas son versiones distorsionadas (realmente muy deformadas) de la primera, en la que se presenta a un matrimonio, él militar y ella en silla de ruedas. No hay tragedia, no hay comedia, sí hay una mirada por encima del hombro hacia el pudor, con diferentes filtros que pueden ser el humor negro, rosa, o grotesco y, por qué no, bizarro (no en la definición que da la Real Academia Española, de valiente, sino en su deformación que remite a algo extraño, inesperado, no acorde a la realidad). Hay provocación constante hacia el espectador y su pudor. Uno puede horrorizarse ante lo que está presenciando, pero al mismo tiempo no puede dejar de sonreir (¿sádicamente?) y de mirar. Sobre todo observar porque, aunque los ojos no puedan abarcarlo todo, uno quiere observar todo, no perderse ningún detalle, así que atiende por segundos (o milésimas de segundos) la masturbación de uno de los personajes en el baño -cámara en mano y vista en pantalla gigante, la filmación de una escena pornográfica, la muerte de una paciente terminal o una violación. Al final, queda una sensación de que lo que uno vio no es lo mismo que lo que vio la persona de al lado. El espectador es quien decide qué mirar, cuándo y por cuánto tiempo, o no mirar, por supuesto. Los actores estarán en escena seduciéndolos. En ese sentido, no hay que obviar el equilibrio logrado por los tres dramaturgos -al mismo tiempo orquestados por Gabriel Calderón- y el elenco para que una historia no pese más que las otras (igual, las preferencias personales hacen su elección/selección).
Es teatro joven. Quienes son asiduos, no deberían perdérselo. Pero, sobre todo, deberían ir los que reniegan del teatro con la excusa gastada del acartonamiento de los actores. En Montevideo sí hay acartonamiento, pero las generaciones se renuevan, ya lo están haciendo.
Datos de la obra
obra: Obscena
dramaturgia: Gabriel Calderón, Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky y Santiago Sanguinetti
dirección general: Gabriel Calderón
elenco: Cuarta generación de egresados del Instituto de Actuación de Montevideo (IAM).
teatro: Espacio Palermo (Isla de flores 1627 y Minas).
días y horarios: Sábados y domingos a las 22
entradas: $120 (Tarjeta Joven, $100)
Una obra violenta, la de 1978. Una escatológica, la que sucedió en 1988. Otra pornográfica, la de 1998. Todas se muestran en 2008. Todas suceden al mismo tiempo, en el sentido más directo de la simultaneidad. Elija su propia aventura.
miércoles, 27 de agosto de 2008
martes, 26 de agosto de 2008
CARTELERA.COM.UY
La calificación de la mayoría es: / Si la viste, tu opinión vale...
Luciano (21) / Calificación: () Excelente
Una obra sin desperdicios. Excelente en todos los niveles: actoral, escénico, textos...
Exige romper con los esquemas del teatro tradicional... y fascina en cada segundo.
Un elenco super juvenil, con muchísimo potencial para exhibir.
Obra que pone de manifiesto, todo aquello que realmente es (OBSCENO), y simulamos no saber e ignoramos! Me dejó sin palabras!
FELICITACIONES A ESTA GENTE! NO SE LA PIERDAN!!!
Arnaldo (34) / Calificación: () Regular
Nota de La Cartelera: advertimos que el siguiente comentario contiene alguna revelación sobre la historia que podría molestar a futuros espectadores. (Ver comentario)
Muy bien marcada la escena de la felación
María (38) / Calificación: () Muy Buena
Es inusual ver en MVD una obra que tiene detrás una investigación tan rigurosa. Conmueve de principio a fin. si quieren saber más vayan al blog de la obra que ayuda mucho www.gabrielcalderon1.blogspot.com Tiembla "tontovideo"
Cecilia (36) / Calificación: () Excelente
Es una alegría ver teatro joven cuando es innovador, irreverente, divertido, ameno, emotivo y profundo a la vez.
Un torrente de palabras para definir una corriente de energía creativa de principio a fin.
Beatriz (45) / Calificación: () Excelente
ALUCINANTE MUY RECOMENDABLE
Elena (32) / Calificación: () Muy Buena
A mi me dejo de cara otra vez. Yo empecé a ver las cosas de Calderón un poco tarde, vi Las nenas de pepe y de ahí fui directo a ver Morir y la muñequita, todo el año pasado y no podía creer lo diferente de unas y otras obras. Quedé impresionadísima de que se hiciera teatro así en Montevideo. Ahora estaba muerta por ir a ver esto, y Calderón, lo logró otra vez, es sin duda un espectáculo genial, en donde todos esos jóvenes, egresados o no, dejan todo en el escenario por una propuesta en común. No es usual ver esto en el teatro nacional. Por supuesto que habrá gente que tirará mierda, es gratis y encima anónimo. Yo lo único que digo es que hay que ver la obra y quedarse de cara ante la contundencia de la propuesta. Felicitaciones a todos.
arshavin (0) / Calificación: () Muy Buena
MUUUY BUENA!!! La puesta de los directores y los textos. las actuaciones algunas mejores que otras y el espacio una delicia...por favor no tiren abajo un trabajo alucinante, eso se llama envidia queridos, sabemos bien que muchos hablan mal al cuete porque les encantaría estar ahí..no? torpes, no hablen mal de algo tan rico...
Martín (28) / Calificación: () Excelente
Es básicamente una obra de Gabriel Calderón, eso lo dice todo. Tiene su firma impresa en todo momento. Es una obra que logra sorprenderte desde el momento en que entrás a la sala hasta el momento en que te vas. Todos los actores están muy bien. Creo que una buena obra de teatro te tiene que movilizar, dejarte pensando, y esta obra lo logra. Hay gente que se va a sentir "ofendida" o va a pensar que es de mal gusto; pero cada una de las escenas está perfectamente justificada. Te deja con millones de cosas en la cabeza, millones de sensaciones, millones de pensamientos. No podés dejar en lo que viste por mucho tiempo y de analizar cada una de las tres historias.
No comparto la impresión de que parece una obra de egreso de una escuela de actuación (aunque no tendría nada de malo si lo pareciera). En realidad si todas las obras de egreso fueran como esta el nivel de nuestro teatro sería sublime. Felicitaciones una vez más para Calderón, uno de los directores más innovadores.
Ismael (27) / Calificación: () Buena
Destaco la gran dedicación del elenco y la fuerza que le ponen.
La dirección me pareció muy casual y hasta improvisada en ciertos aspectos.
Calderón tiene cosas buenas porque la gente lo apoya, a Tineli también.
Enrique (44) / Calificación: () Mala
Juan Andrés: si realmente es un egreso de escuela me siento estafado. En ninguna publicidad decía eso. Yo fui a ver un espectáculo de Gabriel Calderón y esperaba ver lo que el nos tiene acostumbrados (que es muy bueno) y me encuentro con un ensayo general de un grupo de novatos.
Cesar Martinez (32) / Calificación: () Mala
La obra deja mucho que desear. No la recomiendo. Los actores en general son buenos aunque no me gustó la actuación de Carolina Naser, una chica que tiene mucho por aprender
Juan Andrés (28) / Calificación: () Muy Buena
Me parece que la gente que la va a ver debería realmente saber que es un egreso de una escuela. Como en toda escuela hay mejores y peores actores. Entonces como se puede decir que parece un egreso de una escuela? ES UN EGRESO!! Entonces no critiquen por eso. A veces me da la impresión que la gente va a ver cosas sin tener ni idea de lo que es. Informense mas antes de pagar la entrada. Despues no se quejen.
Peti (42) / Calificación: () Muy Buena
No es el teatro que me gusta pero puedo valorar el trabajo y la excelente puesta de calderón. Los actores me parecieron maravillosos. Distintas improtancias de papeles pero que todos logran su protagonísmo. Me encanto Carolina Naser, Viviana Montaño, Yoni Kurlender, Sofía Dabarca y Novik.
Dejen de tirar abajo un trabajo que es exquisito.
javier (30) / Calificación: () Mala
SIMPLEMENTE MALA..!!!!!!!!!!!
Andrea (20) / Calificación: () Muy Buena
A mí me pareció una obra muy buena en general. Considero que una de las cosas más interesantes a destacar es que, si bien trata de temas "universales", refleja varios aspectos de nuestra "uruguayez". Logró movilizar mi cerebro, tanto durante como después de verla.
Juan (27) / Calificación: () Mala
MMMM parece egreso de escuela. Por favor!!! Gabriel queremos al mismo autor y director de Mi Muñequita y de Morir....
mm (51) / Calificación: () Regular
No convence. So pretexto de crear un espectáculo provocativo, se largan algunas ideas sin mayor rigor. No hay una "dirección de actores". Algunos actores/actrices están exagerados, no hablan, gritan. No hay espacio para los silencios. La idea de la obra no está mal, pero no alcanza. Buena escenografía y no mucho más. Falta rigor. Por momentos parece una puesta de fin de año de una escuela de arte dramático.
sandra (40) / Calificación: () Mala
muy infantil, espere encontrar un trabajo adulto, de jovenes interesantes. Trabajo amateur
Ana (28) / Calificación: () Excelente
Fuera de serie, increíble, la verdad voy a volver a verla, excelentes artistas además.
Alberto (51) / Calificación: () Muy Buena
Fuera de lo común, es difícil enmarcarla en un comentario. Como dijo el otro comentarista: me partió la cabeza.
Son muchas cosas que suceden a la vez. Me gustaron los textos, la idea , el trabajo grupal y unas cuantas individualidades.
Emiliano (24) / Calificación: () Excelente
Increible! me partio la cabeza... que otra cosa se puede esperar de un genio como Calderon! Actores y Directores excelentes.
martes, 19 de agosto de 2008
Palabras de Lissardi
Ercole Lissardi
El diario de un erotómano
(http://blogs.montevideo.com.uy/bloghome_10738_1_1.html)
Obscena
Obscena, de Gabriel Calderón, no tiene un gramo de desperdicio. Texto, puesta y actuaciones se conjugan para lograr un espectáculo de una intensidad erótica arrolladora y de una comicidad irresistible, pero que además deja sueltos los cabos justos como para que después del terremoto podamos cavilar, napas adentro, sus significados.
Cuenta a la vez –a la vez, literalmente, o sea simultáneamente- una historia y dos versiones de esa misma historia. En realidad Obscena vendría a ser la tercera versión de la historia básica, una versión que engloba las anteriores y las pone en tela de juicio.
La historia básica nos presenta, en 1978, en plena dictadura, a dos militares jóvenes, pareja homosexual, torturadores y asesinos. La esposa de uno de ellos, inválida, sospecha la realidad sexual de su marido y se desespera. La sirvienta, enamoradilla de su patrona, lleva un diario donde anota los secretos de la casa. Hay en semejante nudo de pasiones con qué despachar un melodrama morboso de gran calado.
El desarrollo de esa historia se entrelaza con las versiones posteriores de la misma. La primera versión narra cómo, en 1988, cuatro jóvenes teatreras, tan ingenuas como zarpadas, intentan poner en escena aquella morbosa historia tal y como la han derivado del libro que la sirvienta finalmente publicó. La segunda versión da cuenta de los esfuerzos, en 1998, de una directora uruguaya de cine porno (¡!) tratando a su vez de dar cuenta de los hechos, a su manera.
La tercera versión, Obscena misma, desde nuestro 2008, entrelaza la historia y sus dos versiones presentándolas por momentos alternativa y por momentos simultáneamente, en un batiburrillo trepidante que milagrosamente –o sea, gracias a la maestría absoluta de la puesta en escena- jamás deja de ser razonablemente claro y preciso o por lo menos de proponernos opciones de lectura razonables.
La clave de semejante delirio barroco es, como no podía ser de otra manera, el humor. ¡Y en qué dosis! ¡Y con qué variedad de registros! Los invito a resistir la comicidad de dientes chirriantes que, en la historia básica, marca la relación ambigua entre la patrona y la sirvienta, o el descubrimiento que hace la sirvienta de la condición sexual de su militar patrón. Los invito a resistir la comicidad deliciosa, sutilísima y re cachonda que envuelve a los ensayos de las chiquilinas que intentan poner en escena el drama diez años después, ya en democracia –muy especialmente los momentos en que tienen que ensayar las escenas calientes. Asimismo los invito a resistir la comicidad cabaretera, de brocha gorda, de revista porteña que resulta de los esfuerzos por realizar un porno uruguayo pero “diferente”, “de calidad”.
Las actuaciones –jovencísimos actores, llenos de fuego y convicción, con sus talentos explotados a fondo- no hacen sino agregarle polenta a la fuerza del argumento y a la audacia de la puesta en escena. Como si el mundo empezara hoy, y estuviera por inventarse el teatro y nadie supiera qué son los prejuicios, no hay aquí pudibundeces que vengan a cortarle la leche a historias que no por muy cómicas carecen de sentido profundo.
Confieso que en una primera impresión, saliendo de la función, me decía: “Y bien ¿cuál es el sentido, qué nos quieren decir estas tres historias entrelazadas? ¿Que la verdad de los hechos se diluye hasta desaparecer? ¿Se trata de la derrota de la memoria a través de las sucesivas rememoraciones? No es ninguna novedad. ¿Entonces? ¿Una apología del hedonismo que nos dice que si nos reímos con ganas y si la cachondería nos calentó un poco la sangre, en ese caso el sentido no importa?”. Un rato, confieso, pensé que esa era la lectura de conjunto, superado mi raciocinio por la intensidad del espectáculo.
Después comprendí que los sentidos profundos de Obscena transitan la fragilísima cornisa que separa la realidad sexual de las personas y las representaciones de lo sexual en las que por una u otra razón esas personas se ven obligadas a incurrir. Al comprender esto Obscena desplaza su eje de significaciones que -más allá de las sucesivas y desopilantes distorsiones de los hechos que conlleva cada nueva versión- ahora pasa por la violencia de un matrimonio en el que las identidades sexuales están desplazadas, fuera de lugar; pasa por la dificultad de unas muchachitas para representar situaciones sexuales de las que están absolutamente por fuera; pasa por la situación de dos actores porno que tienen que representar una escena que no les interesa en lo más mínimo, a la que le falta o le sobra aquello que en realidad desean. Este juego de representaciones del deseo frustrado, del deseo imposible, esta veta profunda de Obscena, es la que nutre y energiza a la cabalgata desopilante con la que nos seduce.
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Más sobre Lissardi : http://www.humeditor.com/index.php/ercole-lissardi/
Más sobre Hum Editorial: http://www.humeditor.com/
Crítica de Jorge Arias en La Republica
(Arias habló mal de mi persona y de mi trabajo interminables veces, esta vez se calmó y aparentemente valoro el trabajo. Será que estamos haciendo todo mal?)
Obscena. De Gabriel Calderón, Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky y Santiago Sanguinetti
Con los dedos en la llaga
Obscena nos ha resultado sorprendente. Lo que primero llama la atención es la audacia, la osadía de tratar, con franqueza y claridad, no sólo el sexo sino también las discriminaciones: la víctimas de la represión militar, con la tortura incluida, las clases sociales y sus relaciones.
Obscena. Un espectáculo entretenido y coherente, de ritmo firme.
También los negros y los enfermos terminales, de los que dio cuenta, a la manera del nazismo, su aclamado precursor (o epígono), el Dr. Magga.
Nada hubo muy original en el punto, y las divertidas escenas del rodaje del filme porno, con la directora que debe contener a una actriz demasiado dispuesta, tienen un aire de familia con las aéreas piezas de Rafael Spregelburd, como "La estupidez" y en particular con "La escala humana", que escribió en colaboración con Daulte y Tantanián. Las menciones a la dictadura militar, a la explotación, a las clases sociales y al racismo, son tenues, pero son; y hubo por ellas, en el Espacio Palermo, una ventana abierta a la realidad, un sonido de verdad que no habíamos oído en nuestro teatro desde la siempre recordada "La ópera de la mala leche" de Tabaré Rivero. Oímos, o creímos oír, el nombre de Pasolini; y la mezcla explosiva de sexo con muestra social justificó su invocación.
Pero lo mejor de "Obscena" fue el desgarrador episodio de la enferma que morirá en la soledad de un hospital. El libreto, cuyo autor no podemos individualizar, es valiente y de una calidad de escritura que no se ve a menudo en nuestras tablas; nos fue claro que, sea quien fuere el autor, no se lo pudo escribir sin enfrentarse con los propios fantasmas y triunfar sobre ellos. Una segunda causa de sorpresa fue la aplicación de los autores del libreto al arte de escribir. Los diálogos fueron examinados, modificados y perfeccionados, con un esmero que tampoco frecuenta nuestro teatro. Se oyeron frases concisas, creíbles, casi siempre significativas, sin rellenos ni cháchara. Por momentos aquello tenía gracia, otras veces dijo de honduras, más de una vez se oyó una buena observación de la vida y del lenguaje cotidiano.
La idea de representar a la vez historias independientes, sugiere necesariamente el caos; pero el teatro no puede ser un caos. Las más de las dificultades prácticas en este sentido, fueron salvadas; y si no llegamos a comprender del todo alguna de las tramas, se logró un espectáculo entretenido y coherente, de ritmo firme, a través de la variedad de temas y episodios.
La interpretación estuvo a cargo de alumnos, que ya han aprendido más que lo suficiente, de la escuela de arte escénico que funciona allí mismo, el Instituto de Actuación de Montevideo, a cargo de Gabriela Iribarren, Marisa Bentancur y María Mendive. Sus actuales condiciones de actores merecen ser vistas y apreciadas.
OBSCENA, dramaturgia y dirección de actores de Gabriel Calderón, Luciana Lagisquet, Alejandro Gayvoronsky y Santiago Sanguinetti, con Bruno Pereira, Carolina Naser, Estefanía Machado, Federico Bertrand, Ileana Silva, Lucía Santos, Lucía Tabárez, María Inés Dufour, Rodrigo Peluffo, Sofía Dabarca, Veróbica Dobrich, Victoria Novick, Victoria Pereira, Viviana Montaño y Yoni Kurlender. Escenografía de Nicolás Pequera, iluminación de Martín Blanchet, vestuario de Alejandra Stewart, música de Silvia Meyer, coreografía de Martín Inthamoussú, dirección general de Gabriel Calderón. Estreno del 3 de agosto, espacio Palermo, Isla de Flores 1627.
miércoles, 13 de agosto de 2008
Mirando y Opinando
Al final tenemos un diálogo sincero y honesto con los espectadores. Los actores/actrices se le acercan y le preguntan: ¿Tiene algún comentario o pregunta para hacer? He aquí algunas de sus respuestas.
- muy bueno. Voy a volver para entenderla un poco más.
- prefiero no hablar.
- nada.
- tenías dos pijas no?
- en general me gustó
- es una forma de ver la violencia
- no tengo una opinión formada
- agresiva
- ¿cómo se sintieron?
- no entendí mucho las tres historias
- Estuvo buenísima. Me encantó.
- como espectador fue violento que no pudiéramos aplaudir, porque como espectador la única seguridad que tenemos es que al final tenemos que aplaudir.
Espectador- yo quiero comentar algo
Actriz- sí?
Espectador- la chica… ésta la enferma… tiene un piercing
Actriz- aha
Espectador – es por gusto o se olvidó de sacarlo?
Actriz- bueno depende, puede ser que se haya olvidado o puede ser parte de la obra no?
Espectador- ah… bueno, pero es po gusto o no?
Actriz- uf… sí.